miércoles, 28 de noviembre de 2012

3.3.2 Cultivo de meristemos apicales



Las pruebas para cultivar ápices y meristemos aislados de diferentes angiospermas datan del siglo pasado. En 1893 Rechinger intentó crecer en arena, con y sin nutrientes adheridos, yemas aisladas de Populus nigra y Fraxinus ornus se observó formación de callos básales y una ligera expansión de las partes superficiales, aunque no hubo desarrollo del sistema radicular (citado por Sahbdé y Murashige, 1977).
Yemas aisladas de Ceratopteris thalictroides (Brougn, 1908) crecieron en turba, produciendo hojas que fueron más pequeñas y morfológicamente más simples que las de las plantas progenitoras (citado por Sahbdé y Murashige, 1977).
Posteriormente, Robbins (1922ª) hizo los primeros intentos para cultivar ápices aislados en un medio artificial (in vitro). Ápices de col de 1 cm de diámetro (Brassica oleracea, var capitata), maíz (Zea mays)algodón (Gossypium herbaceum) mostraron un desarrollo limitado cuando crecieron en un medio que contenía sales inorgánicas y glucosa; solo hubo respuesta en los ápices de col y maíz en condiciones de oscuridad (se observó desarrollo de hojas cloróticas y algunas raíces).
Withe (1933) obtuvo resultados positivos al cultivar ápices aislados de Sellaría media en gotas colgantes, en donde los ápices sobrevivieron algunas semanas. Hubo formación de pequeños primordios y no se observó diferenciación completa.
Ball (1946) realizó un  con ápices de Tropaeolum majus L. y Lupinus albus L., dos angiospermas morfológica y fisiológicamente diferentes. El inóculo consistió en el meristemo apical más tres primordios de hoja y algunos tejidos subyacentes de tallo. Los ápices de ambas plantas desarrollaron plantas completas en diferentes medios nutritivos. La importancia de Ball radica en que surgió que la perpetuación del crecimiento y organogénesis en meristemos apicales de angiospermas requiere de tallos subyacentes y primordios de hoja.
El primer resultado positivo fue reportado por Wetmore y Morel (1949), y Wetmore (1954), con criptógamas vasculares como Adiantum spp, Osmunda spp y Seleginella spp. Las puntas de esas plantas medían de 100 a 150µ de longitud y se desarrollaron en solución de Knop y 3% de sacarosa (este medo resultó inadecuado para plantas superiores).
Ball (1960) probó el cultivo de meristemos apicales de Lupinus albus L. en un medio que contenía aminoácidos, leche de coco, ácido giberélico y vitaminas, observando sólo una pequeña elongación del meristemos. Al repetir el experimento, dejó algunos primordios de hoja a los meristemos y obtuvo plantas completas. Con base en estos resultados Ball concluye que: a) El meristemo apical exhibe una dependencia hormonal y nutricional por el tallo subyacente y primordios de hoja, y b) El meristemo apical de angiospermas sufre una diferencia bioquímica que le impide producir ciertas sustancias esenciales para el crecimiento y mantenimiento de un meristemo determinado.












No hay comentarios:

Publicar un comentario